miércoles, 30 de junio de 2010

Por fin!!!!


Entre tanta mala noticia una buena arrebata un suspiro. Día a día encontramos razones que nos hacen en repensar la posibilidad de algún día salir de este -cada vez más narcotizado- país. Cuando los motivos para emigrar van en un aumento, por fortuna surge algo que nos, perdón, me hace pensar que no todo esta perdido. Por supuesto que esa bocanada de oxígeno tiene que venir de la cultura, pues la política no da para tanto y menos el deporte, con nuestra deprimente selección de futbol. Me refiero a Corona Capital Festival que tendrá lugar el próximo 16 de octubre en el Autódromo de los Hermanos Rodríguez.
En términos generales, el cartel no le pide nada a cualquier festival veraniego inglés. James, Regina Spektor, Metric, White Lies, Interpol, Pixies y Echo & the Bunnymen, justifican el precio del boleto, que ronda los 500 pesos. Cada uno de ellos merece un concierto por si solo, pero bueno, aunque sea en pequeñas dosis la posibilidad de verlos juntos avisora un futuro no tan sombrío. Todavía no entiendo porque ponen a Interpol al nivel de los Pixies y arriba de Echo & the Bunnymen, los meritos de Ian McCulloch son mayores que los del grupo de Julian Plenti. En fin, ignorancia de los organizadores. Por lo demás, hay que asumir que nada es perfecto y antes de llegar a los estelares habra que padecer el calvario de una serie de bandas mexicanas, de las que sólo se me ocurre rescatar a 60 Tigres y Furland.
En breve hablaremos de cada una de los grupos.

lunes, 28 de junio de 2010

A propósito de Waits


Bob Dylan lo tiene como uno de sus super héroes; Primus le rinde pleitesía; la bella Scarlett Johansson le hace un homenaje; Francis Ford Coppola le acomoda un proyecto a modo con tal de colaborar con él. Podríamos llenar este espacio con la lista de celebridades que admiran y respetan a Tom Waits.
Ante la carencia de libros que nos acerquen a este tipo de iconos pop, la edición en castellano de la biografía escrita por Barney Hoskyns (Oxford, 1959) no es un hecho menor. Además de la amplia –la hechura del volumen le tomó varios años- y acuciosa investigación, tuvo que sortear con la reticencia del propio Waits para escudriñar sobre su vida. Cuenta que unas horas de de tener una entrevista con Keith Richards para hablar del biografiado, el guitarrista de los Stones canceló argumentando que no era conveniente hablar de su colega.
Pese a las contrariedades el oficio del periodista no mengua y presenta un material basto. Aclara información sobre Waits: desmiente la leyenda de que nació dentro de un taxi, pero también analiza el desenvolvimiento de su obra. La influencia de escritores beats como Burroughs, Ginsberg o Kerouac, sobre todo en sus primeros discos es revisada a detalle, lo mismo que la presencia de esa especie de figura paterna que resultó Charles Bukowski. Sin hacer apologías, el investigador profundiza en las mutaciones que el propio músico ha creado sobre si mismo. Lo ubica en su origen como la antítesis de la resaca hippie. Mientras las grandes estrellas del rock emigraban de la ciudad al campo, léase Neil Young, Dylan o los Eagles, por ejemplo, Waits en Los Ángeles y Bruce Springsteen en Nueva Jersey, emergieron como los trovadores urbanos más destacados de su generación. Sin embargo, la inquietud poliédrica de Tom Waits lo llevó a reinventarse. Dejó la imagen de vagabundo y semi beat jazzista para apostar por una línea más innovadora que lo convierte en el gurú del rock alternativo, siempre apuntalado por su esposa Kathleen Brennan. Ha perfeccionado su propuesta de tal modo que si bien no ha cedido un ápice, sí ha perdido en su capacidad para conmover. A juicio de Hoskyns, en su afán por ir más allá ha perdido la conexión con el alma humana, rasgo que en su momento lo convirtió en uno de los mayores letristas de la Unión Americana.
El fresco trazado por el periodista abarca las facetas creativas del biografiado: su paso por el cine, sus incipientes aproximaciones al teatro y la construcción de su mítica figura. Si bien habla de sus problemas de adicciones, en especial con el alcohol, no se regodea en las situaciones de escándalo, todo lo contrario se centra en su aspecto artístico. Sin duda uno libro a la altura del propio Tom Waits.