martes, 18 de septiembre de 2007

Sigamos con subiendo dos entrevistas, luego habrá tiempo para más


En realidad el público no pide nada: Fernando Trueba

Héctor González

Fernando Trueba pertenece al selecto grupo de grandes directores ibéricos que se han convertido en referentes. Su primera cinta, Ópera prima data de 1980, obtuvo reconocimientos en festivales como el de Venecia y el de Cartagena. A partir de entonces el cineasta no ha dejado de filmar, en casi treinta años ha realizado once largometrajes, entre los que se incluyen la ganadora del Oscar Belle Époque y los documentales ya considerados de culto Calle 54, donde presenta a algunos de los músicos más importantes del jazz latino; y El milagro de Candeal, donde trabaja con el compositor brasileño Carlinhos Brown. Hace unos días el cineasta visitó la ciudad de México para una función especial de Calle 54, que tuvo como fin recaudar dinero para el equipamiento del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM. La entrevista tiene lugar durante su visita al Centro Cultural de España, desde ahí Trueba habla sobre un arte a la que se ha dedicado en cuerpo y alma, y que tiene un Billy Wilder su principal deidad.

¿Cuál fue la última película que vio en el cine?
JC Chávez de Diego Luna. Me pareció muy buena.

¿Le gusta el box?
Me gustó cuando era joven, ahora no me interesa, pero cuando era un adolescente me despertaba en la madrugada para ver las peleas de Cassius Clay, él fue un ídolo de mi infancia. Ha habido grandes filmes sobre el boxeo.

La película sobre Chávez es un documental, género que usted ha trabajado bastante. ¿Cuál es la diferencia entre afrontar un documental y una obra de ficción?
La ficción te da libertad de invención, pero una vez que has inventado estás amarrado a tu propia invención. En cambio con el documental te atas a la realidad, pero tienes libertad narrativa. En el fondo no son cosas tan distintas. Siempre cuentas las historias usando la realidad, incluso la película más fantástica si no tuviera una serie de conexiones reales nadie la vería.

Sin embargo, el documental sigue sin establecer el contacto masivo con el público…
Sí, pero el documental está viviendo una edad de oro. En los últimos años se han hecho documentales buenísimos, en España se han hecho cosas muy interesantes, de México también me han recomendado varios, incluso en Estados Unidos o en África, obras como Capturando a los Friedmans o Grezzly man de Herzog.

¿Esta edad de oro a la que se refiere tiene que ver con nuevas exigencias del público?
El público no pide nada, sólo quiere que le des algo bueno. La responsabilidad del artista no es hacer lo que quiere el público, sino hacer lo crees que debes hacer. En mi caso nunca pienso en el espectador, creo que eso es una pérdida de tiempo. Lo que yo tengo que hacer es una buena película. Sólo los mercaderes piensan el espectador, se preguntan ¿cómo hago la campaña de promoción para que la gente vaya a ver esta mierda? Supongo que quienes hacen Spider man 3, sí están pensando en el público. Quienes hacen buenas películas, realmente respetan al espectador. Eso de pensar en el espectador es falso, en realidad se piensa en su dinero.

¿Cómo sabe cuando ha hecho una buena película?
No lo sabes. Hay películas que te hacen sentir satisfecho, pero uno no es juez de lo que hace, debe ser auto crítico, pero al mismo tiempo también tienes que salir, experimentar y arriesgarte.

¿Cómo lleva la autocrítica?
La autocrítica hay que hacerla antes de hacer la película y mientras la haces. Una vez que está hecha no sirve de nada. Salvo raras ocasiones, como ahora que presenté en la UNAM Calle 54, nunca veo mis películas.

Usted ha trabajado con músicos, tanto en Calle 54 como en El milagro de Candeal, ¿en qué punto coinciden el lenguaje musical con el cinematográfico?
Ambos tienen una cosa muy fuerte en común: son artes del tiempo. La gente olvida que el cine es tiempo, siempre se dice que es imagen como si fuera pintura o fotografía, pero es mentira, el cine es movimiento y tiempo, por encima de cualquier cosa.

En ese sentido también están los silencios, ¿cómo es su relación con éstos?
En el arte lo que no se ve o no se dice, forma parte de la obra. Lubich fue un director grande porque no te decía dos y dos son cuatro, decía dos y dos, y pasaba a otra cosa, dejaba que el cuatro lo hicieras en la cabeza. Él nos enseñó que se podía contar una historia dejando que la cabeza del espectador funcionara. Eso lo han hecho algunos grandes, como Bresson, él es un maestro en el uso del espacio.

Ahora que habla del manejo de los espacios, ¿no cree que el plano secuencia está desapareciendo?
¿Crees? Puede ser que ahora haya mucho cine de montaje, pero también hay algunos grandes directores como Kiarostami o incluso el mismo Ripstein, que hacen unos planos secuencia fabulosos.

¿Cuál es su juego de cámara favorito?
Mi cámara favorita es la que no se nota. Intento que mi estilo no se note, porque no quiero que distraiga al espectador. Trato de encontrar el estilo y la forma, pero no quiero que eso se imponga sobre el contenido de la película. Por eso me gusta Scorsese, aunque sus últimos trabajos son bastante malos.

¿Al hacer una película, cuál es la parte que más disfruta?
El montaje lo disfruto mucho, también la escritura del guión. Antes sufría con el rodaje, me producía demasiado estrés. La primera película que gocé rodando fue Belle Époque, en las anteriores todavía era más joven y la responsabilidad me jodía, pero con Belle Époque todo cambió por eso es tan importante en mi vida.

Bueno, habrá ayudado a disfrutarla el hecho de contar con Penélope Cruz y Maribel Verdú…
(Risas). Sí, pero también había gente como Fernando Fernán Gómez o Jorge Sáenz, ellos facilitaron el trabajo. Las mujeres guapas a veces nos hacen disfrutar, pero también nos hacen sufrir. ¿A quién no le ha pasado eso? Es como cuando te pasan un plato de comida maravillosa y sólo te dejan olerlo.

Ahora recuerdo una película de Woody Allen, donde cuenta los avatares entre un director y una actriz guapa…
Sí, fíjate que Woody Allen me gusta aunque siento que en sus últimas películas se ha relajado demasiado. Creo que su última obra maestra es Reconstruyendo a Harry, después ha hecho filmes más ligeros y divertidos. Él tuvo una época dorada con obras como Hanna y sus hermanas, Delitos y faldas, Maridos y Esposas y Balas sobre Broadway. Ahora va a rodar en España con Penélope Cruz y Scarlett Johanson.

Hace un momento comentó que los últimos trabajos de Scorsese, ya no le gustaban ¿por qué?
Se dejo institucionalizar. Es la decadencia habitual. Todos cuando nos va bien y ganamos dinero, perdemos cosas. Ganamos unas y perdemos otras. Entre el Scorsese, que era un chico de barrio que quería hacer cine y el actual, que parece más amigo de Giorgio Armani, me quedo con el antiguo.

¿Usted qué perdió cuando ganó el Oscar?
Seguro perdí algo, no se muy bien qué. Lo que sí te puedo decir es que he intentado no perder la espontaneidad ni la frescura. Lo más importante en la vida es no tomarte en serio a ti mismo. Puedes tomar en serio tu trabajo, eso hay que hacerlo lo mejor posible, pero en realidad tú no eres nada, sólo eres el medio del que la película se sirve para existir.

¿Cambió mucho su vida cuando ganó el Oscar?
No, pero sí te diré que cuando mi primera película fue un gran éxito perdí algunos amigos. Eso fue muy doloroso, entonces tenía 24 o 25 años y no entendía que estaba pasando. A partir de eso mi filosofía cambió en el sentido de que cuando te va bien, es cuando necesitas a los amigos. Si te va mal, todo mundo va a darle la palmada y a consolarte, pero los amigos demuestran que lo son cuando te va bien, al contrario de lo que se cree.

¿Qué opina del cine español actual?
Hay algunos directores que me interesan, el que más es mi hermano David, y no lo digo porque sea mi hermano, sino porque considero que es el cineasta que tiene una mejor escritura. Luego me interesan cosas como las que hace Santiago Segura y en particular una película reciente llamada Un instante en la vida ajena de José Luis López Linares.

Regresando al tema de no tomarse en serio, pienso en el humor, otro rasgo de sus películas…
El humor es muy importante, ayuda a que no te vuelvas un imbécil. El humor te ayuda a relativizar todo.

¿Es un hombre de risa fácil?
Soy de risa fácil, me gusta reírme, lo que pasa es que el humor debe ser bueno. Woody Allen ha hecho cosas soberbias, Groucho Marx es uno de mis ídolos, tan es así que le puse su nombre a mi hijo.

¿Sigue creyendo más en Billy Wilder más que en Dios?
Por supuesto. En Dios nunca he creído. Es más si un día me lo encontrara, le pediría unas cuantas explicaciones, no la va a tener fácil. En cambio a Billy Wilder me lo encontré algunas veces, cada vez que iba a Los Ángeles lo visitaba y nos íbamos a comer, ese es uno de los privilegios de mi vida, creo que he tenido bastante suerte y una de las cosas más maravillosas que me han sucedido es haber conocido a ese hombre.

¿Qué le aprendió?
Lo más maravilloso de él, es que no interpretó a ningún personaje, era él. Fue grande, muy modesto y divertido. Algo que me sorprendió fue su bondad. Él se bronqueba con los fuertes y los imbéciles.

¿Tiene películas de cabecera?
Muchas, algunas de Billy Wilder, como El apartamento o Sunset Boulevard; de Trouffaut, El pequeño salvaje; de Renoir, Un día de campo y La gran ilusión; de Bresson, Pickpocket.

¿Qué tal es como productor?
Creo que muy bueno porque intento ayudar y darle todo lo que pueda al director. En lo personal he tenido suerte porque nunca me han impuesto nada, no lo habría aceptado. Pero lo mío es la dirección, soy productor por accidente.

¿Qué está haciendo ahora?
Estoy por iniciar el rodaje de El baile de la victoria, que es una adaptación de la novela de Antonio Skármeta. Es un filme italiano que rodaremos en Santiago de Chile. A parte tengo otros tres proyectos. Uno lo producirá y protagonizará Penélope Cruz se llama Hunter had, se trata de un thriller inspirado en la novela de Patricia Highsmith. Otro tiene que ver con una historia de animación. El cuarto es un documental sobre la vida de un pianista brasileño.

Una vez más la música, ¿hay algo de músico frustrado?
Probablemente. Envidio mucho a los músicos, cuando los veo tocar me da envidia. He intentado aprender algo de clarinete, durante algún tiempo quise tocar el saxo pero lo dejé. Si consigo aprender clarinete, tal vez retome el saxofón.

¿Qué opinión tiene sobre la piratería?
El mundo está organizado de tal forma que si quieres robar un banco, tienes a tu lado a un escuadrón de policía disparándote, en cambio si quieres robar a un artista puedes hacerlo impunemente, como si los artistas no tuviéramos derecho a vivir de nuestro trabajo. Si no hay propiedad privada está bien, pero que sea parejo para todos. La piratería está acabando con el cine y con los discos, porque si salen casi gratis ¿quién va a invertir en producir un disco o una película? Se suele poner como contra argumento que los precios de un cd o un dvd son altos, puede ser, pero cuando compras una naranja, la parte que menos dinero cuesta es la naranja en si misma, el costo tiene que ver con el trabajo que implica cortarla y transportarla.

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